martes, 14 de febrero de 2012

"MI REFUGIO PLACENTERO"

Microrelato, tema experiencias ambiente tabernario.


Imposible olvidar aquella noche en la que departía con mis amigos, casi mis hermanos, en un desbordado raudal de licor. Éramos cinco almas felices, todos alegres, nobles y fieros; premiados por la vida, afortunados de contar con las alegrías y las satisfacciones que nos daban nuestros hogares.
Unos más adinerados que otros, venidos de diferentes lugares y con distintos grados de educación, pero todos con el mismo objetivo: disfrutar de la vida, gozar embriagando nuestros sueños y deseos, reconfortarnos de nuestros logros y engrandecernos ocultando nuestras frustraciones.
Acudíamos allí tres veces por semana cual si fuese un compromiso sagrado. Aun no sé qué es lo que más me atraía: si mis amigos o los tangos arrabaleros que hablaban de sangre, traición y desgracia, o las dulces y feas mujeres que allí frecuentaban, engalanadas en atuendos impúdicos, bañadas en aromas alucinantes, lujuriosas y fantásticas. Porque realmente no creo que el poder de atracción de aquel lugar, fuese el recuerdo de aquellas paredes obscuras y desteñidas o el viejo mobiliario casi obsoleto que ocupaba el lugar. Mucho menos la actitud hipócrita y desafiante del tabernero y de aquellos que le acompañaban para mantener ese ambiente indefinido entre el júbilo, el duelo y la ansiedad que allí reinaba.
Tal vez la causa principal sería mi inmadurez y por supuesto la de todos ellos, cabalgando  juntos por ese paraje de aventuras en búsqueda de libertad y de seguridad, desafiando a la razón y a la bienaventuranza. Apostando la fortuna de lo vivido al azar en busca de satisfacción efímera.
Indudablemente nos sentíamos bien, recuerdo que entre otras cosas mi amigo Pedro y yo celebrábamos el resultado positivo de nuestro más reciente negocio, nos dedicábamos al comercio de joyas y piedras preciosas.  Aquel día habíamos ganado mucho dinero, consecuentemente nos encargábamos de satisfacer las necesidades y deseos de bebida de los presentes a nuestra mesa.
Estaban allí también: Nico el maestro (empedernido bebedor), el negro Salvatore (parco y serio), y el otro Nicolás el joven, el más atrevido y descarriado. Brindábamos, hacíamos bromas, cantábamos y narrábamos  anécdotas con final feliz.
Precisamente Pedro mi gran amigo, platicaba orgulloso acerca de aquel negocio que generaba la celebración del momento, se jactaba de su astucia y habilidad como comerciante, se reía maliciosamente, entonaba bullosamente algunas estrofas del tango que sonaba (cambalache) y bebía como loco cada uno de los tragos de aguardiente que le brindábamos.
Deliciosos momentos, grata compañía. El sabor fuerte y candente de licor atizaba el fulgor de nuestra velada. Alrededor risas, bailes y miradas insinuantes, era un  momento en los que la felicidad está presente.
Solo me inquietaba la mirada preocupante del joven Nicolas, la que poco a poco fue contagiando a cada uno de nosotros. El único que parecía impasible era el negro Salvatore, era un hombre aguerrido y tranquilo.
Nico el maestro, procuraba ignorar su obvia inquietud. Pero en cambio Pedro, el hombre seguro y porfiado que yo conocía, capoteado en muchas plazas, ganador de múltiples batallas, arrogante y dominante que hacía gala de su gran contextura física y su aspecto intimidante; no podía ocultar que en aquel momento sentía temor.
Bastó con observarlo unos minutos para ver que evitaba asustado la mirada de alguien.
¿Quién podría ser para avasallar a un hombre de las condiciones de Pedro? ¿Para poner en alerta al joven Nicolás y para desatar la ira del profesor quien con su caracter agitado no dudó en requerir mi atención?
Adyacente a nuestra mesa se encontraban dos hombres de mal aspecto con mirada fría y ofensiva, en posición retadora y con una actitud totalmente hostil. Cuando miré sus ojos vi la sombra de la muerte, sentí la frialdad del hielo y percibí la decisión del que no teme. Todo alrededor se transformó. Aquel lugar cálido y alegre, sombrío pero acogedor, aparentemente seguro;  se convirtió ante mis ojos en algo así como un paredón de fusilamiento, en un circo romano plagado de fieros leones, en el escenario del juicio final. No era una situación similar a muchas otras tantas vividas, no era un simple conflicto de personas ebrias ni había un motivo, jamás existió una provocación.
Era una dura prueba de la vida, era una cortina que se levantaba convirtiéndose en el umbral entre la vida y la muerte. Era el llamado con el cuerno del demonio para elegir entre la dignidad del espíritu del guerrero y la desazón y la humillación de quien quiere sobrevivir lleno de temor y vacío de virilidad.
No podría haberlo visto de otra manera; tal vez los dos litros del venenoso y preciado licor que había saboreado decidieron por mí. Sus efectos condujeron mi pensamiento hacia el infierno y decidí enfrentar al mismo demonio.
Solo bastó ponerme de pie y dirigirme hacia los indeseables personajes, cuando su respuesta sincronizada con la mirada de odio y maldad fue una puñalada en mi pecho buscándome el corazón.
Cargado de valentía, ciego de ira, enloquecido por el néctar anisado y aterrado por la pasividad y la cobardía de mis amigos, enfrenté en franca lid a los dos malvados agresores; trenzado en fiera batalla incesante e indescriptible. Recuerdo bien el escenario. Los gritos, las consignas invitándonos a desatar toda nuestra furia; el deseo de sangre que se reflejaba en cada una de las miradas de todos aquellos que sin distingo de género, edad o posición social nos rodeaban pidiendo un pronto desenlace.
No había allí amigos, no parecía estar en el lugar que tanto anhelaba, no reconocía ninguna seguridad para mí. Tan solo estaba yo frente a la muerte representada por dos fieros elementos que traían su mensaje.
Aun siento temor de ese momento, aun no entiendo cómo es que estoy vivo. Solo tengo presente que esa noche recibí una gran lección, que los seres a quienes amo están en mi corazón y que por eso debo cuidarlo.
Imposible olvidar aquella noche…

4 comentarios:

  1. El relato está muy bien escrito.
    Utilizas vocablos ricos en expresiones idiomáticas y una lograda sintaxis, lo que favorece la compresión lectora.
    Eso hace que sea ameno y vaya profundizándose en el alma.
    Me obliga a seguir hasta el final a medida que se produce esa sensación de querer saber mas en cada palabra que escribes.
    Es un muy buen relato ... atrapa... Su léxico depurado es el contrapunto con el tema que desarrolla.
    En cada uno de los escritos tuyos sucede eso, se confrontan dos polos... si me permites decirlo, un submundo donde la oscuridad cobra luz... y las letras cargadas de un rico vocabulario, regado de ricas metáforas.
    Quizás eso lo hace interesante, además del tema de que trata, obviamente.
    Te dejo esta humilde opinión, no como profesora que ha leído muchos textos en su vida, sino como una ávida lectora...
    Lo cual me acredita decir que tu escrito es muy bueno.
    Muchas gracias por compartirlo con todos..
    Es un acto genuino de valentía..
    Sinceramente Alina.

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  2. Alina, gracias por tu generoso concepto sobre mi escrito, me enorgullece y me alegra que te guste. Disfruto compartiendo lo que escribo.

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  3. Comparto plenamente el pensamiento de Alina. Eres un gran escritor, tus cualidades para manejar la palabra son excelsas. Respecto a lo que te sucedió solo doy gracias a Dios que estás vivo... sin duda te esperan grandes y maravillosos proyectos por delante.
    Estrella

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  4. Gracias Estrella por tus halagadores conceptos.

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