domingo, 5 de mayo de 2013

“Jesús, rey del amor”


Mi alma se manifiesta inquieta
intentando descifrar el gran misterio.
Aquel que rodea la vida de un hombre,
ese que llamamos el hijo de Dios.

Confuso se hace mi pensamiento,
inconstante mi fe.
Son mil preguntas
y  muy pocas las respuestas.

Están en juego los principios,
aquellos que se han sembrado en mí,
fundamentados en la ignorancia,
reforzados en la inocencia.

Largos caminos recorridos
para cultivar los sensibles campos
del sentimiento y la consciencia,
anulando así el libre pensamiento.

Y yo, absorto en la creencia,
frágil y casto ante la doctrina,
enriqueciéndome de la mentira
y negado a la verdad.

Sumándome al rebaño
de corderos ilusos,
de fieles creyentes;
heredero dispuesto sin vacilar.

Fue así como también aprendí a caminar,
enfoqué mi pensamiento
hacia donde se me orientó,
y respondí a las motivaciones.

Hoy tengo muchas dudas,
complejos cuestionamientos
que amenazan la fortaleza de mi religiosidad,
que iluminan un dulce mito en la obscuridad.

Es mi fortuna conocer el amor,
vivir en él, creer en él;
de lo contrario perdería mi fe
y tomaría el camino de la herejía.

Jamás desconoceré a Dios
ni al amor como su única esencia,
ni que soy el fruto de su creación
y que a él llegaré finalmente.

Tampoco he de negar
que aquello que pienso y siento
es mi vida,
la que se desprende de su espíritu divino.

Y aunque místicas parecen mis reflexiones,
matizadas de obediencia y respeto,
son el reconocimiento de su grandeza
inexplicable e inmutable.

Así lo creo y así lo siento,
es lo que me dicta la razón.
Es mi corazón quien lo siente,
y mi espíritu quien lo afirma.

Solo deseo caminar hacia él,
ir siempre en la misma dirección;
camino del amor,
destino del amor.

Lo mas maravilloso es que puedo hacerlo solo,
sin ordenamientos, sin restricciones.
La motivación nace en mí,
no intento seguir a nadie.

Quizás, si así lo deseo,
pueda orientarme por las enseñanzas
del mas maravilloso hombre en la tierra,
aquel que han llamado el hijo de Dios.

Ese hombre de carne y hueso,
pleno de consciencia,
puro de conocimiento,
ávido de paz y de bondad.

El gran ejemplo de humildad
y sencillez humana,
que reinará por siempre
en los campos de la fe.

Quien nos enseñó el camino,
quien rehusó a las vanidades
quien venció al miedo y al dolor.
“Jesús, rey del amor”.



4 comentarios:

  1. La dudas son tan humana como su existencia.

    Hay que ser fuertes para no perder la fe y esta, a veces, se torna tan oscura que enflaquece.

    Buen trabajo. Un abrazo, Anna

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias bella amiga, me agrada saber que leés mis escritos y me motivás con tus comentarios.
      Un abrazo.

      Eliminar
  2. La fe es un don y tu lo has recibido. Me alegro cuando encuentro a una persona que recorre el camino de la mano del maestro Jesús. Cuando no lo sientas, recuerda aquella historia, la del hombre que reprocha a Dios su abandono en los momentos más difíciles. Dios le pide que mire las huellas en la arena, solo se ven las de dos pies. "Era yo que te llevaba en brazos", le explica Dios
    Por favor, sé consciente de la suerte que tienes. La fe vuelve más sencilla la vida.

    ResponderEliminar

Me gustaría conocer sus opiniones.